16 noviembre 2011

LETRAS

ESCRITORES:


    - MARÍA JOSÉ VADILLO.

 Cuento nocturno para niñas y niños I.

          Érase una vez una ramita que salió de la tierra y empezó a crecer y crecer, al principio había muchas como ella, pero después fue mirando cómo se quedaba sola en medio de grandes edificios y gentes muy atareadas que nunca paraban ante ella, ni si quiera para observar un ratito el color de sus hojas. A veces quería ver las estrellas como cuando era pequeña, pero los rascacielos le tapaban al maravilloso cielo que de día solo tenía un color gris, estaba muy triste. 
          Pero una noche su vida cambió, alrededor de ella pusieron un hermoso parque donde la gente paseaba y venía menos atareada, a veces incluso se paraba a observarla. Luego, un día empezó a venir un chico que traía libros y se sentaba a sus pies y contaba miles de aventuras, de piratas, del oeste y hasta del polo norte que siempre había imaginado cómo sería, el árbol viajaba por lugares del mundo con aquellas historias, era increíble cómo podía moverse tanto sin mover ni una rama. Pero sus días de viajar acabaron cuando justo delante de él a unos cuantos metros colocaron un banco. El señor de las miles de aventuras ya jamás se sentaba a leerle historias y se puso triste otra vez. Pero todo cambió cuando empezaron a llegar niños y niñas, todos le tocaban y abrazaban, admiraban su ramaje, y su bella corteza, pero también los niños y las niñas se fueron cuando hicieron justo detrás unos columpios para jugar, ya nadie se paraba a observarlo ni a jugar con él, otra vez estaba solo. Y pasaron los días, las estaciones, las hojas caídas, la nieve en sus ramas, el viento que lo azotaba y todo seguía igual y era invisible y sentía inmensa tristeza. 
          Aunque todo cambió, cuando una mañana sintió un fuerte estruendo. Una pala estaba arrancándolo del suelo y poniéndolo en un camión, pensó que era su fin, que iba hacia una fábrica horrible en la que sería convertido en otra cosa.
Por el camino se acordaba de la sonrisa de los niños y niñas, de las historias del chico de las aventuras y sentía felicidad.
Pero tenía tristeza de que todo se acabara así, cerró los ojos y deseó que pasara pronto. Sintió cómo sus raíces se hundían en una tierra fresquita y limpia. Se dio cuenta que donde estaba no era una fábrica. Abrió los ojos y se encontró en medio de unos cientos de árboles, todos diferentes, rarísimos. La gente pasaba a su alrededor para observarlos.Y hablaba con ellos, los admiraban. Los tocaban suavemente.
        De repente, una chica delante de él empezo a hablarle: "bienvenida, estás en un jardín botánico, aquí serás cuidado y respetado todos los dias, vendré a verte porque resulta que tú tambien eres un árbol especial, como todos tus amigos y amigas que están aquí, por eso estás aquí, espero que no te moleste que mis hijos jueguen contigo, a veces me acompañan al trabajo".
        Y nunca, nunca más estuvo, ni se sintió solo.
Fin.



 Sello del pasado

Trazado por el destino
turbio como un pasajero
que no sabe donde hallarse
Diluido cual corona de flores
en un estanque de sangre
Remedios encuentra dormido
en los corazones frágiles
trazado por el destino
olvidando lo olvidable.
 
Duele más que las contracciones de parto haberte perdido.

Yacer en aceite hirviendo
bailando con abejas cubierto de miel,
alados desafíos del fuego
estocadas en los pulmones una y otra vez.
Perpetuada claridad que se asoma a las caricias,
Destrozando trozos del destello del ayer,
Arrancarse las pupilas, correr en hielo,
Deshacerse y quebrarse con el gélido conocer.
Retumbar los desalojos del temor sombrío
espolvorear cristales y sonrisas fallecer.
Jugar a esconderse desnudos entre erizos,
volverse cenizas en la boca de un pez .
Dolores sangrientos bañados en sal,
Heridas sin sellar, infinito desvanecer,
No pueden fraguar su culpa,
despojo terrible del súbito tejer
las perpetuas emociones que fluyen sin vida
            oliendo tu cuerpo en el aire otra vez.
Respiro y se gira en aliento,
desvencijados aullidos de ahogo,
testamento grabado en los orificios de mi piel
Con sellos de fuego hundidos,
quemando los huesos
desterrando desvelos
prensado de los besos contra el frío amanecer,
Vacio sin tu presencia, sepulcro obligado en el que debo perecer.
Un segundo de humo desvanecido penetrante, perpetuador, eterno,
un segundo de humo aspirado, que brota en las pupilas que percibo sin querer.
Reminiscente llanto
acongojado en rompedores oleajes de espinas afiladas por mi tez.
Sospesando capítulos de espadas fugaces,
gritando, partiendo los tímpanos,
            llevándose las luces rojizas de un bombardeo de honradez,
            sentimiento rojizo de latidos locos y furiosos
            convierte mis manos en obscuridad de hiel.
            Me hallo en un laberinto al instante,
            cierro fuerte los sentidos para no salir por el huracán que desboque mi sed.
            Convirtiéndome en puzle con piezas desaparecidas
            sudo tinta negra que me tiñe la piel.
            A veces bebo un poco de luz
            intoxicada de tierra fumigada por olores sedados,
            en templados e inmóviles latidos fraguando un fugaz envejecer.
            Brisa que aprieta el hastío labio,
            inclinado en la sabia clemencia de un estúpido perdón
retumbando perdido, y aplastando al cerebro con dejadez.
            Corto el hilo y caigo al vacio eterno
            mirando mis pies como ridículas figuras que bailan en el aire al son del no tener.
            Ahora sé que estoy cayendo lentamente,
            desde el día que despegaste tus glándulas de mis zapatos, y mi mente ya no te sabia conocer.
            Ahora miro el laberinto y las espirales me vencen y me despiden para siempre,
            ahora sé que debo morir sí no te fundo en mi ser.
 
Evocaciones

Saborear los instantes que se anhelan perdidos,
aturdir los secretos que resucitan altivos,
desmentir las palabras que señalan los gemidos,
sollozar nuestros nombres sin saber al olvido,
alumbrar las caricias, descubrir los suspiros.
En mi profundo ser te hayas escondido,
pero la veracidad me destierra de tu abrigo.
 

Lo bello de lo efímero

Al palpar una sonrisa,
de ligereza abrumadora,
penetrando dulce sonora,
exalta mis sensaciones,
acompaña la ternura,
desvanece las ideas,
apaga  penas banales,
solloza labios marchitos,
desnuda relatos salados,
que acongojan mis silencios.

LOS PIPOS
    Una palabra te hace zozobrar hacia una isla u otra, una mirada te hace reconocer sentimientos.
    Miles de personas disfrazadas de hipocresía, comiéndose la honestidad, moviéndose mecanizadas por algún tipo de hilo oculto imposible de romper En medio de aquella bruma, existen fueguecitos perdidos que buscan regocijarse en los brazos de esas miles de personas, cuyos ojos  de cristal  no sirven para mirar, y no pueden verlos, ni el viento que fluye desnudo en lo alto de las espinas del mundo. Las personas  drogadas de consumo, de deseos banales, de orgasmos plateados, se reducen a varios estímulos que les hacen muecas en el rostro, y llueven hojas aleteadas en sus cerebros esponjosos. A veces son poseídos por los objetos, desmenuzados, andrógenos. Existen esas personas poseídas por sus objetos y no pueden emitir sonidos,  los objetos son los que funcionan por ellos. Y las palabras…pobres palabras, cuando salen de sus bocas se apagan y no suenan, y están muriendo de pena, morirán solas las palabras.
    Aun quedan latidos descuidados en las camisas de las personas, ¿y sí se pierden también los latidos? Algunas personas tratan con otras de los derechos constitucionales del amor, llegan a acuerdos estúpidos y cierran negocios tras  fruncir el ceño.
    Pero en lo profundo del opaco socavón aun quedan unas chispas luminiscentes que se hacen llamar “Pipos”. Los Pipos son pequeños vocerillos de la magia con brotes de savia, que sobrevuelan a las personas en búsqueda de los fueguecitos perdidos. Cuando encuentran un fueguecito refieren un hechizo y los hacen abrazar a las personas que se someten a la magia, la única magia que les hace poseer miradas en sus ojos y palabras con sonido.
    Los Pipos mantienen el aire puro y facilitan las sonrisas de las personas. Rompen los derechos constitucionales, y redimen lágrimas orgullosas. Cuando las miles de personas estallan en extenuación, los Pipos vuelcan un poquito de sus brotes de savia en el saltimbanqui cinético de sus órganos vitales, y las miles de personas renacen en plenitud.
   Son realmente mágicos los Pipos, sólo la magia que poseen puede hacer que las miles de personas rebroten fantasías infantiles, humildades blanquecinas, pasiones exentas de maldad.
    Aun así, son muchas miles de personas para cientos de Pipos, y sólo cientos de Pipos para miles de personas. Por desgracia la magia no desborda todos los saltimbanquis, ni rompe todos los derechos constitucionales, ni descubre la hipocresía y mata el orgullo banal.
    Los Pipos hacen lo que pueden, las miles de personas no hacen nada.





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