10 abril 2013

OPINIÓN - J.L. SAMPEDRO NO MUERE


    Es absolutamente falso eso que dicen de que la crisis nadie la pudo prever. José Luis Sampedro sí pudo, de hecho ya lo hizo. 6 años antes del estallido de la crisis que actualmente nos azota salía publicado su libro El mercado y la globalización. En este libro, Sampedro, ya advirtió del error de desmitificar la política imperante en Occidente de dejar al mercado en la más absoluta libertad, fuera del control de la autoridad gubernamental. Quiso advertir también sobre los peligros de la desregularización absoluta de los mercados, preconizada entonces por destacados economistas. Quiso apuntar las posibles consecuencias del aprovechamiento de las nuevas tecnologías para globalizar las operaciones financieras. Es decir, lo escribió con el propósito de señalar cómo la dirección de la economía se estaba desplazando del poder político al financiero y cómo "en ese espacio operativo unificado, al renunciar los gobiernos al control sobre transferencias financieras, quienes deciden son las grandes instituciones privadas, bancarias o fondos de pensiones o de inversión, además de especuladores con nombres y apellidos, dueños de sumas multimillonarias que utilizan contra cualquier bolsa o moneda donde encuentren beneficios". Fue tildado de agorero, antisistema e incluso hubo quien no dudó en echarle en cara la edad. Ahora nos acordamos de nombres como Madoff o Lehman Brothers, defensores de la desregularización financiera que hoy señalan sin rubor sus errores afirmando que nadie podía prever la crisis.
    Ante el enorme poder de las empresas y los grupos económicos en el sistema de mercado es preciso recordar que el interés privado y el público no tienen siempre los mismos objetivos. Las empresas persiguen una prosperidad reflejada en las máximas ganancias posibles, mientras que el interés común busca fines más variados a los que muchas veces hay que sacrificar el beneficio económico; fines tales como la salud pública, la mejora de la sociedad mediante la educación, el respeto a la naturaleza, la observancia de ciertos valores inmateriales, el cultivo de actividades estéticas, la cohesión social y, sobre todo, el acatamiento de unas normas éticas de convivencia, entre otras manifestaciones del progreso humano. Que las empresas busquen rendimientos no es algo malo, es lícito, lo que hay que hacer es una mayor regularización de la economía por parte de los gobiernos.
    Al dejar los gobiernos las manos libres al poder económico privado, los votantes y ciudadanos han perdido el control democrático ejercido, en principio, mediante la elección de sus representantes y gobernantes. En palabras de Sampedro: "la globalización económica es totalmente antidemocrática". 

    No es lo mismo decir, como hizo en su día la neoliberal convencida Margaret Thatcher (1925-2013): "En un sistema de libre comercio, los países pobres no son pobres porque otros sean ricos. Si los otros fueran menos ricos, los pobres serían, con toda probabilidad, todavía más pobres. La finalidad es cambiar el corazón y el alma, la economía es el método", que decir J.L. Sampedro (1917-2013): "Hay dos tipos de economistas, los que quieres hacer más ricos a los ricos, y los que queremos hacer menos pobres a los pobres".
    Tampoco es lo mismo decir, como dijo también en su día el otro neoliberal Ronald Reagan (1911-2004): "Lo que se debe hacer es privatizar al máximo, es decir más mercado y menos Estado", que decir: "El mercado está en manos de los poderosos, y es el estado el que debe hacer que el reparto sea más equitativo". No es lo mismo.
    Como tampoco es lo mismo decir, como por ejemplo, otro "gran estadista", autoproclamado gurú económico, José Mª Aznar (1953-... todavía vivito y porculeando): "Hay que hacer cambios en la política energética, apostar por la energía nuclear, desregularizar el mercado energético y dejar de subvencionar fuentes de energía renovables", que decir Sampedro: "El criterio ecológico se impone cada día más, ante las destrucciones ya realizadas por haber actuado pensando solamente en los beneficios monetarios inmediatos, sin advertir las ventajas futuras que quedaban destruidas para siempre con la operación".

    Según Sampedro, otro mundo es posible: "Mientras que la minoría globalizadora casi limita su interés a los mecanismos y resortes económicos que afectan a sus beneficios y operaciones especulativas, la gran mayoría oponente se inquieta por lo que importa a la vida humana en todas sus dimensiones, desde el escenario natural a la educación y perfeccionamiento de las personas, desde el hambre a la actividad creadora, desde la justicia a la solidaridad, desde la ciencia al placer. Una vida en plenitud, no reducida a menores horizontes económicos, lo que exige otro mundo más vasto que el financiero".

    El problema es que los políticos que nos gobiernan no quieren darse cuenta de que su llamado sistema capitalista o de libre mercado no satisface la necesidad humana. Solo la económica. Y mientras que en España, por ejemplo, con nuestra burbuja inmobiliaria, cuyo germen lo plantó precisamente Aznar con su privatización del suelo, pasando por ministros de economía desastrosos (Elena Salgado) o actualmente Presidentes del Gobierno con una constante huida hacia adelante (véase por ejemplo que Rajoy reduce la zona de protección de la costa de 100 a 20 m., para especular más, de nuevo contra el medio ambiente) no hacen más que todo lo posible porque esta crisis que se acabará superando, solo en lo económico, vuelva cíclicamente dentro de x años y la acaben sufriendo de nuevo nuestros hijos.

    Solamente nos quedaría la esperanza de que con las enseñanzas del maestro Sampedro, por ejemplo, algunos de los que nos representan se dieran cuenta de que este no es el camino. Como tuiteaba el otro día, la que espero sea no dentro de mucho Ministra de Vivienda, Leire Iglesias, con palabras del propio Sampedro: "Asombra observar cómo la competitividad manda sobre la convivencia".

    Estoy convencido de que las palabras y ensayos de José Luis Sampedro no caerán en el olvido y muchos economistas jóvenes las retomarán y las harán suyas para intentar que el mercado y la globalización no sigan matando a la humanidad. José Luis Sampedro no muere. No lo permitamos. Porque no sería lo mismo.






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